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En
este interesante artículo Vicente Zueras nos cuenta como se demolió la
puerta de San Francisco, la última puerta de las antiguas murallas de
Barbastro.
Las murallas de
Barbastro, siempre atacadas en las guerras medievales tenían en el siglo
XII cuatro puertas, denominadas: Rigo Medero, Corvina, Férrea y Valdué.
La Primera de ellas también tuvo los nombres de puerta Alfage o de los Baños.
Daban nombre a esta puerta los llamados
Baños Viejos, que estaban situados -y aún existen importantes restos y
gran parte de sus sillares- en las huertas próximas a la iglesia de San
Francisco al otro lado del río Vero. Por aquella época nuestro río
recibía también los nombres de Merder o Merdero, hidrónimo que con el
paso del tiempo dejó de usarse. Según documentos de mediados del siglo
XII, en aquellos años, estos Baños ya habían caído en desuso y se les
denominaba Viejos; éste y otros datos nos confirman su origen islámico.
Las puertas
La puerta de Rigo Merdero, cuando
desapareció la muralla de la que formaba parte también fue demolida. En
1512 constan los cuatro nombres siguientes: Traviesa, de la Peña, Corrión
y Valdué. En siglos posteriores se construyeron otras, de las que tenemos
catalogados dieciocho nombres, la última de las cuales conocida como
puerta de San Francisco se mantuvo en pie hasta que fue destruida en el
primer tercio del siglo actual. A ella vamos a referirnos.
Estaba al final de la
calle Argensola frente al puente de San Francisco, cuyo nombre tomó y
formaba parte de la casa solariega de los Cáncer, familia oriunda del
lugar del mismo nombre, poseedora de los señoríos de Cáncer y de Ador,
solares sitos en los términos municipales de Azlor y Azara.
Personajes ilustres
En esta casa nació en
1520 el notable jurisconsulto Micer Jaime Cáncer, gloria aragonesa del
siglo XVI. Fijó su residencia en Barcelona donde bien pronto acreditó su
privilegiado talento. Se le consideró como el jurista más eminente de
Cataluña en aquel tiempo y llegó a alcanzar mayor celebridad que Juan
Pedro Fontanella, el famoso jurisconsulto y "conceller" catalán.
En 1585 asistió a las Cortes de Monzón. Tuvo otros hermanos que nacieron
en la misma casa, como el beato Fr. Luis, religioso dominico primer mártir
de la Florida en 1549, Juan Jerónimo, poeta y dramaturgo, contador del
conde de Luna, Berenguer, canónigo de la Catedral de Barbastro y Gaspar,
jurado de la ciudad.
Descripción de la casa
El edificio estaba
formado por dos cuerpos de fachada; el lindante con el arco, mostraba a
modo de alero, cornisa dentellada. El otro cuerpo, de airosos balcones,
rico alero artesonado; su orden de arquillos abiertos de medio punto en el
piso superior seguía la línea aragonesa de otros varios edificios
notables de la ciudad. El portal, o entrada a la casa lo formaba un arco
carpanel de mármol blanco, con el escudo nobiliario sobre la dovela.
La fachada principal
lindaba con la calle Argensola y la posterior con lo que es hoy plaza de
la Diputación. Esta plaza tuvo a través de los años los nombres
siguientes: del Desarrollo, Matadero, Constancio Gambel, Barrio Nuevo y
capitán García Hernández. Durante el gobierno provisional hijo de la
revolución de septiembre de 1868 se le asignó el nombre de Juan de
Padilla
El arco, puerta o
portal
Estaba adosado el edificio del que formaba parte, tenla un característico
matacán con ocho arquitos, en el frontal el escudo de las cuatro
"barras" aragonesas, timbrado con corona real y debajo el blasón
de Barbastro, formado por la cabeza varonil barbuda, en esta caso sin
escudetes. En 1882 fue suprimido el tejadillo y en su lugar se construyó
una azotea con almenas que le dio aspecto de castillo medieval.
Nuevos propietarios
Posteriormente fue
adquirido por D. Pedro Pano, familia oriunda de Burecat que acudió ante
la Real Audiencia de Aragón para obtener la sentencia confirmatoria de
infanzonía, que fue concedida el 4 de diciembre de 1765. Esta familia
trasladó su residencia a Monzón en 1628, pasando a ser su último
propietario D. Mariano de Pano y Ruata, (1847-, 1948), ilustre cultivador
de las letras y en especial los temas de historia aragonesa-, cofundador
de 'Revista de Aragón'. Alcanzó la edad de 101 años.
Después de que esta familia se afincó en Monzón, el edificio fue
cuartel de la Guardia Civil y luego estuvo habitada por diferentes
vecinos.
Solicitan el derribo
Así pasaron los años
hasta que el 14 de febrero de 1935, el semanario local "Altoaragón"
dirigido por D. Andrés Bonilla, publicó un editorial de página entera
en el que se refería a una comisión de vecinos de la calle Argensola,
portadora de una iniciativa: el derribo de la casa nº 59 de dicha calle
con su arco o portal anejo que fue una de las puertas de la ciudad. Este
grupo habla reunido once mil pesetas que ponía a disposición del
Ayuntamiento para la adquisición del inmueble y posterior demolición. El
editorialista defendía la idea con frases salidas de tono como éstas:
"una puerta antiestética sin detalles artístico alguno",
"por decoro público", "por altas razones de higiene
urbana, por estética y economía ciudadana cada día urge más",
"para poder así reincorporar al trabajo el mayor número posible de
parados".
Decisión municipal
El derribo, solicitado
en oficio al Ayuntamiento, cuyo alcalde a la sazón D. Luis Artero Begué
fue acogido con cautela en la sesión de 13 de febrero de 1935 pero la
insistencia de un determinado concejal en esta y otras sesiones fue
aceptada la iniciativa.
En el pleno de 9 de agosto del mismo año se dio lectura a una instancia
de un vecino de aquel sector en la que manifiesta haber adquirido
por escritura de 18 de julio, una parte del edificio y arco, que ofrece
para vía pública, debiendo el Ayuntamiento indemnizarle con la cantidad
de tres mil pesetas. Quedó el asunto sobre la mesa para ser resuelto con
mayor número de concejales.
En la sesión del 16 de agosto, siendo ya alcalde D. Francisco Ibarz
Capdevila fue aceptada la propuesta. La indemnización al adquiriente fue
con cargo al presupuesto ordinario de 1936, ya que en el de 1935 no había
consignación para ese gasto.
La
demolición
Varios
meses después, en marzo de 1936, una brigada de quinde hombres re- dujo a
escombros varios siglos de historia y la tranquilidad peatonal. El paro
obrero se mitigó un poco durante los escasos días que duró el derribo.
La última de las puertas que tuvo la ciudad y la casa donde nacieron
hombres ilustres, se perdieron para siempre.
Este
artículo fue publicado en el Extra Fiestas del Cruzado Aragones de 1994. Imágenes |
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