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PRÓLOGO DE ANTONIO SOLÁNS MALO
Antonio María Soláns Brandi -Toni- nace en Barbastro en el crepúsculo de
un 16 de julio de 1957 bajo el signo de Cáncer. Los que lo conocemos lo
consideramos una autoridad y un buen coleccionista de cosetas de
Barbastro, pero no siempre fue así. De vocación tardía, desde su
juventud hasta los cuarenta vivió inmerso en la normalidad más absoluta
(estudios, empleado de banca y por último, y lo que le faltaba: la
informática!), pero al Þ n surgió el milagro y nuestro héroe, que hasta
entonces desconocía que existía otro universo además de los gigas, los
megas y los Windows, consiguió salir de la mediocridad y aprendió a
combinar los valores materiales con los humanos. ¡Nunca es tarde si la
dicha es buena!
Ese milagro que os comentaba ocurrió allá por el año 1997. Hacía años
que yo participaba en la muestra de El Vivero, pero debido al poco
interés de Toni en continuar con mis historias y también por mi edad,
pensé que ya era hora de retirarme. No obstante, probé a quemar el
último cartucho y le invité a que me acompañara aquel año para que
viviera la satisfacción que estas exposiciones producen; no me costó
mucho convencerle, entre otras cosas porque además de ser su padre,
aquél domingo no televisaban carreras del mundial de motos.
Rápidamente se sintió atrapado por aquel ambiente y por la reacción de
la gente que con tanto interés disfrutaba de nuestras colecciones (aquel
año concretamente lo dediqué a la prensa escrita). Y como si de la peor
droga se tratara le ha sido imposible desengancharse. A partir de esa
fecha creó La Web del
Barranqué, páginas web sobre la
Guerra Civil,
los
Microcoches, el
Chocolate,
etc. dando a conocer por todo el mundo el nombre de Barbastro. Juntos
publicamos en la prensa local varios artículos sobre lo que él suele
denominar socarronamente el Barbastro profundo. También quiero destacar
que desde entonces ha colaborado con diversas entidades en exposiciones,
trabajos, estudios o libros, siempre que ha sido requerido, como
recientemente en la exposición itinerante sobre George Orwell organizada
por la Diputación Provincial de Gerona en la que Barbastro y el frente
de Huesca son destacados protagonistas.
Dejemos a nuestro protagonista y centrémonos en este libro. Cuando Toni
me comentó la posibilidad de hacer un trabajo sobre las caricaturas en
Barbastro, inmediatamente me vinieron a la memoria aquellos excelentes
trabajos publicados en El Cruzado Aragonés obra de Miguel Arnal,
Humberto Tran, Wladimiro Salinas y Francisco Zueras, o las exposiciones
en el Casino La Peña o en la Sociedad, en aquellos años cincuenta tan
lejanos y cercanos a la vez.
Junto
con otro gran amante de Barbastro, buen coleccionista y además amigo,
Antonio Latorre, nos pusimos los tres manos a la obra; mientras nosotros
buscábamos material, Toni dedicaba cientos de horas a clasificar las
caricaturas, limpiarlas o incluso rehacerlas (debido al paso del tiempo
algunas estaban realmente deterioradas), pero con su portátil y su
escáner no hay imagen que se le resista.
Vista la calidad de las caricaturas no cabe duda de que este libro tiene
una vigencia muy actual, pues la mayoría de los personajes aquí
caricaturizados -sin acidez y con simpatía- están entre nosotros y los
que han desaparecido siguen presentes en nuestros mejores recuerdos.
Gracias Toni por tu entrega y por los ratos que has dedicado a este
libro, te animamos a continuar por esta senda y esperamos ver pronto
otro parto como este y gracias también a todas las personas que con una
alegría y simpatía enorme no han dudado un instante en colaborar en este
trabajo y como diría un poeta,
Saben
ellos quiénes son
y aunque no salgan en el libro
están en tu corazón.
Que la
lectura y visión de este libro les produzca una sonrisa, les sea
provechosa y sirva de estímulo a aficionados, curiosos, coleccionistas,
investigadores y barbastrenses en general, para hacer alguna coseta así,
ya que nuestro querido Barranqué merece todo lo que hagamos por él.
P.D.:
Si yo fuera el autor de este libro lo dedicaría a los que:
- Sumidos en una crisis luchan por salir de ella.
- Saben mantenerse a flote en medio de tanta mediocridad.
- Pierden (o mejor dicho, ganan) un momento en admirar la belleza.
- En su alma tienen un pequeño rescoldo de bohemios.
- Te han dejado material para confeccionar este libro y siempre con una
sonrisa.
PRÓLOGO DE ANTONIO LATORRE PELEGRÍN
En una de mis
visitas en la Plaza Mayor de Madrid al estudio de Jano, el gran pintor
costumbrista y mundialmente conocido cartelista cinematográfico que me
honraba con su amistad, le pregunté por el secreto de saber captar el
alma de un rostro en retrato o caricatura con tanta perfección, él
me contestó con otra pregunta ¿Cómo haces tú para interpretar un texto
dentro de una melodía musical con una precisión matemática, trasmitiendo
una sensación alegre o triste a quién lo escucha?, no supe darle una
norma o método, no lo hay, se nace con esa intuición.
El autor de carteles
de películas míticas como Los Diez Mandamientos, Quo Vadis,
Gilda, Barrabás o Bienvenido Mr. Marshall, entre
otras muchas, no supo explicarme nunca el secreto, poco hablador, se
expresaba con su lápiz, tomaba la referencia colocándolo en posición
vertical a 20 cm. del rostro, dividiéndolo en dos partes y con unos
simples y magistrales trazos, el personaje tomaba vida, he aquí la
genialidad de un artista.
En la década de los
años 50 yo era un quinceañero cuando Barbastro vivía un formidable
momento artístico y cultural protagonizado por gente de la cantera.
Edad clave para comprenderles y beber de las fuentes de todos ellos que
tanto nos enseñaron, y en el terreno personal aprendimos de sus bondades
a amar algo más, si ello era posible, a aquella ciudad inolvidable de
nuestra niñez y juventud, mas íntima y entrañable.
Fue el comienzo de
la Radio en Barbastro, de El Cruzado Aragonés en su segunda
época, con dos bandas de música, varias orquestas excepcionales,
rondallas, compañía de teatro, la Schola Cantorum, etc., un buen
grupo de poetas, escritores y periodistas y sobre todo las amenas y
enriquecedoras tertulias realizadas entre otros puntos, en el Bar
Victoria convertido sin darnos realmente cuenta en un maravilloso y
recordado nido de arte en pleno Coso.
Tertulias no solo de
arte, ya que también se celebraban las deportivas y taurinas,
diariamente daban realce con su presencia a las mismas varios
prestigiosos profesores, pintores y dibujantes como Wladimiro Salinas,
Francisco Zueras de quien fui alumno de dibujo artístico, Humberto Tran
y Miguel Arnal así como también un joven Laurentino Belloso,
posteriormente catedrático de dibujo y pintura en Pamplona.
En aquella época se
realizaron la mayor parte de las caricaturas que contiene este volumen,
incluso presencié los primeros trazos de alguna de ellas en el blanco
mármol del velador o en alguna servilleta de papel. Fueron verdaderos
genios del lápiz que hicieron gala de todo su arte en este género, bien
con destino a memorables exposiciones para su publicación en El
Cruzado Aragonés o en otros medios; afortunadamente hoy en Barbastro
contamos con una nueva generación de dibujantes y caricaturistas como
son entre otros, Berdejo, Santi, Javi, Mamel, Mozas, Jal, etc.
Las citadas y
recordadas tertulias diarias, casi siempre terminaban con un fin de
fiestas improvisado por aquella movida artística barbastrense de
la época. La voz de Brandi (Eduardo Brandi Salinas) con sus
romanzas napolitanas nos tenía absortos, acompañado de El Cuqui
(Luís Vigo Olivera) a la batería con su bandeja de camarero, Benito
Ribera nos cantaba y bailaba un manisero1de categoría,
Harry (Enrique Gómez Padrós) nos hacía soñar a todos recitándonos
sus últimos versos escritos casi siempre en la parte interior del
envoltorio de una pastilla de chocolate, Beltrán (José Luís Beltrán,
Tran) nos daba a conocer su último bolero por él compuesto “De ti me
enamoré”, El Kalki (Félix Bardají Cavero) con su interminable
capazo de cacahuetes nos emocionaba con su versión del tango La
cieguita2, Israel (Israel Cortes) cantaba unos
buenos fandangos “por Porrinas y Farina3”, Caruso
(conocido personaje barbastrense de la época) atacaba una “Donna
e’móbile” que nunca podía acabar de alta que le venía la nota final,
echándole la culpa a los Celtas4 que fumaba sin control,
siempre prometía que otra vez empezaría “por lo bajini” para llegar al
final, pero en su voz siempre fue “La romanza inacabada”. Se terminaba
por lo general la fiesta cantando la jota favorita de D. Wladi
“Ay madre que tiene la jota” por los tertulianos de la Peña Taurina: mi
tío Paco Pelegrín, Juan Espluga y Placidé del Entremuro (Plácido
Tornes Fierro); todo un espectáculo de variedades equiparable a los
muchos que frecuentaban entonces el Teatro Principal, y de hecho
actuaron muchas veces en sus tablas en festivales benéficos y en la
Sociedad Mercantil y Artesana, en aquellas “Ráfagas de Arte”.
Algunos días también
asistían los hermanos Torrente, Enrique, si estaba inspirado, nos
recitaba las Botas Crujideras5 y Ernesto
siempre con los apuntes de su próximo montaje teatral y fichando
gente para el reparto, para el que conseguir un papel era para cualquier
joven de la época un triunfo.
Pero la verdadera
guinda de las veladas era la aparición por sorpresa de Julieta
que sentada en el branquil6 de El Torno del Coso7,
miraba y escuchaba el espectáculo en silencio, absolutamente de vuelta
de todo, mísera de lo material y superfluo pero millonaria en bondad,
encanto, candor y humanidad, fue una vieja gloria del glamour de
París y Madrid en la Belle Époque, indómita y libre por
naturaleza. Se nos fue todavía con mucho dentro, que decir y hacer si
ella hubiera querido, aunque su verdadera ilusión en la vida es que a
sus gatos no les faltara su “comidita” diaria, si sobraba algo era para
ella. Formaba parte dentro de su digna pobreza de la majestuosidad del
zaguán de la Casa de los Argensola donde vivió, y que fue otra de las
joyas que esa implacable y absurda piqueta demoledora que tantos
disgustos nos ha dado en Barbastro convirtió en escombros. Artista y
bohemia, sin ella quererlo fue la musa de todos nosotros, siempre
entrañable y querida ALWAIS que tras tomar su carajillo
desaparecía en la noche, discreta y humilde.
Mucho me agradó la
idea cuando Toni Soláns me habló del proyecto de realizar este libro,
colaborar con el ha sido un placer, contagia su juvenil entusiasmo y su
versatilidad queda manifiesta en sus múltiples trabajos literarios sobre
temas que domina y que son entre otros, automovilismo, motos, cine y
especialmente la guerra civil española.
Toni ha heredado de
su padre Antonio Soláns el buen gusto por todo lo relacionado con
tiempos pasados y la sensibilidad de recuperar todo tipo de objetos y
documentos, con el cariño del coleccionista, incorporando a ello los
modernos medios técnicos de la informática, de la cual es un experto.
Todo cuanto he
podido aportarle con mi colaboración para este volumen es muy poco, para
lo mucho que él me ha ayudado con su experiencia en la documentación y
digitalización de imágenes para el montaje del audiovisual “Barbastro,
perla de Aragón” que estoy realizando con José María Santolaria. Le
estoy agradecido por contar conmigo ya que me ha dado la oportunidad
localizando caricaturas de vivir un excepcional viaje a través del
tiempo, al revisar todas las páginas desde Enero de 1953 hasta la
actualidad de las ediciones de esa valiosa fuente documental, y testigo
de excepción de nuestra época que es El Cruzado Aragonés a cuya
dirección y redacción agradezco todas las facilidades que me han dado.
Mi deseo es que este
libro tenga tanto éxito como empeño y trabajo ha puesto el autor en su
realización.
A Vd. lector, mi
anhelo de que pase un buen rato ojeando sus páginas, recordando en este
caso con estas pequeñas obras de arte perfiladas a punta del lápiz
ingenioso de sus creadores, rostros y fechas de un inolvidable y bello
pasado de nuestra Ciudad.
Nota: de todos los
personajes citados en este prólogo la mayoría de ellos tienen una
caricatura en este libro (por orden de aparición): D. Wladi, Francisco
Zueras, Humberto Tran, Miguel Arnal, Javi, Mamel, El Cuqui,
Benito Ribera, El Kalki, Juan Espluga, los hermanos Torrente,
Toni Soláns, Antonio Soláns, José María Santolaria y Antonio Latorre.
PRÓLOGO DE LYDIA SOLÁNS ANDREU
El tema de conversación en el café del domingo por la
mañana en mi casa, estaba más que claro, con mi padre y mi abuelo
reunidos elaborando este libro, nosotras escuchábamos las historias que
contaban sobre personas que sin haber coincidido en el tiempo, casi
llego a conocer. Historias divertidas o tristes... no importaba mucho
cuando por un momento te podías trasladar a una época pasada. A muchas
de estas historias no les puedo poner cara... pero sí una caricatura.
Gracias a toda la paciencia y toda la ilusión de mi padre y
de mi abuelo he llegado a conocer algo que me tiene totalmente
impresionada: la cantidad de caricaturas que se hicieron en Barbastro a
todo tipo de personas, desde los que estaban de paso hasta los
barbastrenses de toda la vida. Rostros perfectamente plasmados en
cuatro trazos y que me inspiran tanto admiración como simpatía y cariño,
pues son elegantes y desenfadados.
Miro todas estas páginas llenas de caricaturas y me entra
añoranza, yo no viví esos años y quizá por eso un sentimiento de
nostalgia, de lo no vivido, me invade; he escuchado tantas historias que
me encantaría trasladarme a aquel tiempo que ya casi también siento como
mío. Puedo imaginar el Coso, el Coso de hace cincuenta años, en verano y
casi en blanco y negro. En una de las mesas, alguien sentado con lápiz y
papel (o servilleta) dibujando en cuatro trazos a sus contertulios o
incluso a cualquiera que por allí pasara. Me parece un tiempo mágico en
el que para mandar una carta sólo había que dibujar una caricatura en el
sobre (¡Y llegaba!)... imagino al cartero riendo.
Maquetar y diseñar este libro para mí ha sido, en todos los
aspectos, especial. He aprendido mucho técnicamente, pero sobre todo he
podido compartir muchos momentos con mi padre y he disfrutado de cada
página y cada caricatura. He podido conocer a alguno de los
caricaturistas y sobre los que ya no están he podido descubrir sus vidas
de lejos, todas con alguna historieta que contar. Me siento llena de un
tiempo que ya considero vivido.
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