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La
falta de combustible en la posguerra propició la aparición de fuentes de
energía alternativas como el gasógeno o la electricidad con la
consiguiente aplicación en la automoción como los vehículos CMV
y Camilo y el
Electrociclo fabricado por la empresa Norma Electromotor, s.l. sita en el
Paseo de Arrate de Eibar que desarrolló en los años cuarenta varios
prototipos de vehículos eléctricos y triciclos de reparto siendo
declarada en 1942 empresa de interés nacional. En los años cincuenta
conjuntamente con Orbea desarrolló una bicicleta también eléctrica y
posteriormente en 1953 fabricó un vehículo de tres ruedas en versiones
microcoche y furgoneta de reparto con un motor de 1 CV y 24 Voltios
fabricado por General Electric Española con baterías Tudor, autonomía
de 100 Km y velocidad máxima de 45 Km/hora del que se produjeron muy
pocas unidades.
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