Pasión por el Clua
por Antonio Martín del Barrio.

 

 

La historia de mi afición por el Clua data de más de 40 años. Creo que fue en 1957 cuando, en la exposición nacional siderometalúrgica que se celebró en el Parque del Retiro de Madrid, lo vi por primera vez. Yo tenía entonces 18 años y la impresión que este pequeño deportivo (de aquella época) me causó ha perdurado toda mi vida. Se trataba de la versión con carrocería Serra, ya que de las versiones presentadas en anteriores muestras, ninguna llegó a producirse. Se da la casualidad que en la misma exposición también se exhibía el Pegaso Z-102/3 carrozado asimismo por Serra que para mí era todavía muchísimo más inalcanzable.

Desde entonces y hasta 1997 tuve 2 ó 3 oportunidades de hacerme con un Clua (durante los años 60) aunque ninguna de ellas llegó a materializarse. Precisamente uno de ellos pertenecía al chófer de la casa de nuestro socio J.J. Rosillo asiduo participante en competiciones de clásicos. Éste coche aparece fugazmente en la película de Summers "Del Rosa al Amarillo", único caso, creo, en que el Clua ha salido en el cine.

Había llegado a desistir de comprar mi ansiado Clua (sólo se fabricaron 207 unidades) cuando, en abril de 1997, haciendo pesquisas para conseguir un PTV (otro microcoche de los años 50), me enteré de que Salvador Claret, famoso por su magnífica colección de automóviles y motocicletas antiguas, buen amigo mío, tenía un Clua en muy mal estado de conservación. Inmediatamente contacté con él y tras mucha insistencia por mi parte, conseguí que me lo vendiese a pesar de que lo tenía destinado a la sección de su museo dedicada a coches españoles. Salvador: gracias por comprende mi relación sentimental con el Clua.

Cuando cerré el trato con Claret me acompañaba otro gran amigo mío, Enrique Silvestre, concesionario Ford para Onteniente y experto restaurador que, con toda certeza, es el profesional con más intuición natural para la mecánica que he conocido en mis 35 años de experiencia en el automóvil. Enrique iba a ser el "sufrido" restaurador de mi Clua (ya me había restaurado otros coches anteriormente e incluso construido un Cobra Réplica).

A partir de aquí empecé a completar información para restaurar el coche lo más similar posible al prototipo presentado ya que la pequeña serie que se fabricó hasta 1959 (el mío se matriculó el 29 de septiembre de 1959 y es el número 169) mostraba muy importantes deficiencias. Hay que recordar las penurias que en aquellos años se sufrían para desarrollar cualquier actividad industrial. Contacté con Pedro Serra y con Domingo Clua (hijo del fundador de la empresa); mientras que Serra no pudo darme casi información, Clua me facilitó muchos datos, fotografías e incluso anécdotas de aquella época que me han ayudado a restaurar el coche lo más fiel posible al prototipo, mejorando muy sensiblemente los fabricados en serie.

Como ejemplo de defecto de fabricación citaré que las aletas traseras estaban caídas, no seguían la línea horizontal de la parte superior de la carrocería. Para corregirlo, dado que el vehículo tiene un bastidor tubular (no es autoportante) se realizó un corte en la parte antero- superior de las aletas traseras para levantarlas, después de haberlas soltado del bastidor. Posteriormente se unieron las aletas en su nueva posición al bastidor. En las fotos se observa apreciablemente esta modificación.

El trabajo de la restauración mecánica fue muy complejo, teniendo que fabricar muchas piezas cuando no se podían acoplar componentes de otros vehículos pero la parte de carrocería fue muchísimo más difícil. Hay que tener en cuenta que no es estampada como se hace hoy, sino compuesta por pequeñas piezas fabricadas artesanalmente y soldadas entre sí. La restauración terminó felizmente en septiembre de 1999, 2 años y medio después de cuando empezó. Creo que se realizó un trabajo excelente, sobre todo teniendo en cuanta la base de que se partió. He tenido que prometer a Enrique Silvestre que nunca más le volveré a pedir que realice un esfuerzo como éste.

La revista Motor Clásico publicó en su número 143 de Diciembre de 1999, un artículo desarrollado por su director Felipe de la Rica, que creo que complementa muy bien lo incluido en éste.

Espero poder disfrutar ahora del Clua que fue mi sueño durante los pasados 40 años.

Antonio Martín del Barrio

Artículo aparecido en el Boletín de la Asociación Española de Clásicos Deportivos nº 0 Año 2000.


 

 

Imágenes

Estado al comprarlo, en 1997.

 

Realineado de la carrocería.

 

Tratamiento anticorrosión e imprimado.

 

Montaje después de pintado.

 

Totalmente restaurado en 1999.